LA CIUDAD DE HUESCA VISTA DESDE SALAS

OTRA MANERA DE VER LAS COSAS

lunes, 27 de octubre de 2008

¿DONDE ESTAN LOS PAVOS?


















Como suponemos sabrán los lectores de este blog, este recinto del Cerro de San Jorge se acondiciono para recoger los pavos reales que andaban dispersos por la ciudad. Posteriormente el vandalismo ocasiono dos ataques que mataron 7 u 8 pavos, pero según dijeron en la prensa se habían salvado como mínimo 2 pavas y sus crías. La cuestión es que el refugio que se construyo en el interior de la zona vallada ha desaparecido, así como todo rastro de los pavos supervivientes, las fotos son de ayer domingo por la tarde. Y la preguntamos que lanzamos, por si alguien nos la puede responder, es ¿donde están los pavos que sobrevivieron?. Se admiten apuestas.

Magnifico articulo sobre la crisis de Joaquin Estefania

El mundo después del 'crash'
La crisis financiera ha acabado con los dogmas dominantes de los últimos 25 años
JOAQUÍN ESTEFANÍA 26/10/2008
Hay en economía un concepto más enérgico que el de recesión para explicar lo que está sucediendo: depresión. La depresión es más grave y duradera que la recesión, y se manifiesta en el frenazo en seco de la actividad, la debilidad de la demanda, la contracción del comercio internacional, el incremento del paro, la caída del poder adquisitivo, etcétera, todos ellos procesos muy dolorosos y contrarios al progreso. Pues bien, el profesor de Economía de la Universidad de Nueva York Nouriel Roubini, el gurú que se ha hecho famoso por haber anticipado la crisis financiera que se inició con el estallido de las hipotecas tóxicas, ya ha utilizado el concepto de depresión como síntoma de lo que ocurre en la economía a escala planetaria. Hace unos días escribía Roubini: "No podemos descartar un fracaso sistémico y una depresión global. (...) Se corre el riesgo de un desplome del mercado, una debacle financiera y una depresión mundial". El economista plantea que más que una coyuntura en forma de V (caída y pronta recuperación) estamos en otra en forma de U (caída en la que la economía se mantiene un tiempo, para luego ascender), o quizá en forma de L
Un arranque ciertamente tenebroso sobre la coyuntura quizá pueda compensar el optimismo del titular de este que parece llevar implícito -y no es así, como se ha visto la semana pasada- la superación del desplome bursátil que, en otras ocasiones históricas, ha sido la antesala de una recesión o de una depresión. Crash y depresión se retroalimentan. Hay muchas similitudes -y bastantes diferencias- con la Gran Depresión de 1929. Es urgente desempolvar los viejos manuales de entonces y establecer las comparaciones. "Pensar el presente desde un punto de vista histórico" (Walter Benjamin).
En diciembre de 2006 caía el Ownit Mortgate Solutions, un pequeño banco hipotecario de California especializado en productos de alto riesgo. Es el antecedente más cercano del estallido de la burbuja inmobiliaria y de las hipotecas subprime, que devendría en la norma a partir de julio de 2007. Desde entonces hay muchas víctimas sin enterrar. Entre ellas, la economía real en forma de estrangulamiento del crédito (que es su sistema sanguíneo), desaparición de los bancos de inversión y nacionalización de otras entidades que formaban parte de la aristocracia financiera internacional, desprestigio de los organismos reguladores nacionales y de las agencias de calificación de riesgos, profundísima descapitalización bursátil de muchas empresas financieras y no financieras, parón de la actividad económica y de la inversión, contracción de la demanda, suspensiones de pagos, desempleo, etcétera. Y sobre todo, un escalofrío en muchos ciudadanos en forma de inseguridad: no sólo miedo al terrorismo y a otras formas de inquietud ciudadana, sino a la inseguridad económica y el temor al otro, al diferente, al que compite con el puesto de trabajo y carga de obligaciones al Estado de bienestar.
Otra víctima de la crisis es una forma de entender el mundo, un modo de pensar que se identifica ampliamente con la ideología neoliberal. La máxima acuñada por la revolución conservadora de Margaret Thatcher y Ronald Reagan, que ha durado un cuarto de siglo, de que el Estado es el problema y no la solución, ha saltado hecha trizas en cuanto se han acumulado las dificultades. La "destrucción creativa" de Schumpeter sólo se hizo realidad cuando las autoridades americanas dejaron hundirse al que era cuarto banco de negocios estadounidense, Lehman Brothers (y casi todos los analistas califican esta inacción como un grave error y el principio del pánico); las demás instituciones financieras con problemas han sobrevivido con una u otra fórmula de intervención pública, con paquetes de rescates a babor o a estribor, en forma de avales públicos, compras de activos o directamente de acciones. Lo explica resignado un economista español: "Hemos generado mucho riesgo moral para evitar el riesgo sistémico". Ahora, la retórica del libre mercado se utiliza con más soltura, más selectivamente: se asume cuando sirve a intereses especiales y se descarta cuando no es así. Sin complejos, el presidente de la patronal española llegó a exigir "un paréntesis" a la economía de mercado.
Hace escasamente año y medio, todavía la economía mundial continuaba en la senda de crecimiento más larga y profunda de la historia contemporánea. La teoría de los ciclos económicos parecía extinguida y el planeta se instalaba en el denominado ciclo Kondratief, una onda larga de prosperidad debida -se decía- a la confluencia de las nuevas tecnologías de la información y la comunicación (TIC) con la flexibilidad empresarial y la innovación financiera. Los mantras más citados eran los de la desregulación y la autorregulación. Hasta tal punto que cuando se encienden las primeras luces rojas de las dificultades hay una generación de jóvenes ejecutivos, los que mandan en muchas empresas y en bastantes Gobiernos, que no tienen puntos de referencia para saber lo que es una crisis y qué tratamiento preventivo darle.
Es muy interesante seguir las mutaciones que ha sufrido la naturaleza de esta crisis en apenas 18 meses: primero se identificó con el estallido de la burbuja inmobiliaria y el abuso en la concesión de hipotecas de alto riesgo; a ello se le añadió un tsunami protagonizado por las materias primas alimentarias y los elevadísimos precios de la energía, de modo que entonces se habló de "tormenta perfecta" y se hizo una equivalencia con los primeros años setenta del anterior siglo, al aparecer la estanflación (alta inflación y crecimiento cero). Cuando se hicieron sentir los primeros efectos de la sequía crediticia en forma de reducción del crecimiento económico bajaron los precios de las materias primas; como consecuencia de ello, la inflación dejó de estar en primer plano, pero a las víctimas de la coyuntura se añadieron los países emergentes, principales productores de materias primas, y de los que se había dicho que en esta ocasión estarían exentos del efecto contagio. Conforme pasaban las semanas y dejaba de funcionar el mercado interbancario debido a la desconfianza que las entidades se tenían entre sí (¿cuál de ellas tenía en su interior la metástasis de los productos estructurados y colaterales sin valor alguno en el mercado?), la crisis hipotecaria devino en crisis financiera y los Gobiernos salieron al rescate en el entendido de que la desconfianza de los ciudadanos en las entidades de crédito es la antesala de una catástrofe en la economía real. Hubo un momento en que en algunas plazas y sucursales bancarias los clientes, después de hacer colas para sacar sus ahorros, intentaban transmutar sus depósitos en lingotes de oro, en la creencia de que este metal precioso era la inversión más segura.
Sólo cuando los ciudadanos, airados, comenzaron a preguntarse en alto por qué habían de rescatar a quienes habían sido víctimas de su codicia, es cuando se sofisticó un poco el discurso: la mayor inyección de dinero público utilizada en la historia para salvar a los bancos en dificultades era tan sólo una etapa intermedia para salvar a la economía real. Lo que es bueno para Wall Street es también bueno para la calle. Proteger a Wall Street es proteger a Main Street. Así lo ve el grupo de banqueros con chistera y puro que aparecen en la tira satírica del New Yorker. Uno de ellos grita indignado: "¡Maldita sea, para nosotros Wall Street es Main Street".
Las ayudas oficiales a la banca ("Aportaremos todo lo que sea necesario", ha declarado Berlusconi, el más desvergonzado de los políticos actuales) han servido hasta ahora para detener el pánico de los clientes y para que emerja un hilillo de liquidez en los mercados, que se ha concretado en una pequeña baja de los tipos de interés (Euríbor y Líbor). Pero sigue sin saberse si tanto dinero aportado por el Estado se trasladará del sistema financiero al conjunto de las empresas con inmediatez, para que la situación tienda a normalizarse, y a qué precio. Esto era así hasta anteayer. Pero resuelta al menos en parte la dificultad financiera más urgente, los mercados bursátiles han reaccionado extraordinariamente a la baja cuando en el frontispicio ha aparecido el problema de fondo: el colapso de la economía real. La mayor parte de los países de la Organización de Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE) -los 30 países más ricos del mundo- han entrado en recesión o están a punto de hacerlo (dos trimestres seguidos de reducción de sus productos brutos), y sin visos de salida. Además, el contagio afecta a muchos países emergentes, que han tenido que gastar las reservas de divisas en defensa de sus monedas, mientras aumenta su riesgo país y ven bajar los precios de sus exportaciones. Se ha llegado a la madre de todas las crisis. Cada uno de los pronósticos que han ido elaborando las organizaciones multilaterales (OCDE, Fondo Monetario Internacional, etcétera) se han tirado a la papelera en el mismo momento en que se hacían públicas. La velocidad de la metástasis es tal que todas las explicaciones de la coyuntura se han quedado antiguas en tiempo real. Aun hace dos fines de semana, en su asamblea semestral, el FMI preveía un ligero crecimiento en 2009 para el conjunto de las economías avanzadas y del orden del 6% en las emergentes. Sin embargo, el pasado miércoles, el Foro Económico Mundial sentenciaba: "La crisis financiera afecta ya a la economía real en un nivel alto y el riesgo de una profunda y prolongada recesión crece".
Con esta crisis multiforme y poliédrica ha desaparecido también una forma de hacer la política económica, que ha sido dominante en el último cuarto de siglo. Aquella que había formalizado el dogma de que los mercados son los que mejor saben qué hacer. Del mismo modo que hay ciclos en la coyuntura también hay ciclos ideológicos que conceden el énfasis a las distintas herramientas económicas. Y ha comenzado otro. En el año 1936, el que probablemente ha sido el economista más influyente del siglo XX (y lo vuelve a ser ahora), John Maynard Keynes, escribió en su obra magna Teoría general de la ocupación, el interés y el dinero: "Las ideas justas o falsas de los filósofos de la economía y de la política tienen más importancia de lo que en general se piensa. A decir verdad, ellas dirigen casi exclusivamente el mundo. Los hombres de acción que se creen plenamente eximidos de las influencias doctrinales son normalmente esclavos de algún economista del pasado". Las ideas keynesianas, tan menospreciadas en el último cuarto de siglo, están siendo aplicadas ahora por quienes tratan de sacar a la economía de la camisa de fuerza de la revolución conservadora y de la desregulación permanente. No por casualidad, sino como un signo de los tiempos, la Academia Sueca ha concedido hace unos días el Nobel de Economía a quien es uno de los neokeynesianos más insignes: Paul Krugman.
El New Deal del presidente Franklin Delano Roosevelt, respuesta a la Gran Depresión de 1929, inauguró un ciclo progresista de intervención en la económía que duró casi medio siglo y que ha sido denominado la edad dorada del capitalismo: el mundo creció mucho y los países más avanzados construyeron su Estado de bienestar. El 31 de diciembre de 1933, 10 meses después del inicio del New Deal, Keynes escribe una carta abierta al presidente en The New York Times, en la que le aconseja actuaciones adicionales, entre las que sobresale "una atención predominante en el más alto grado al incremento de la capacidad de compra resultante de los gastos públicos, financiados mediante créditos".
A finales de los años setenta y principios de los ochenta se inició la revolución conservadora, que tuvo sus principales ideólogos en Margaret Thatcher y Ronald Reagan, y su continuidad en los neocons que han gobernado en la Casa Blanca y en la Reserva Federal. Francis Fukuyama, el constructor del concepto del fin de la historia, ha matizado aquella forma de entender el mundo y recientemente ha hecho un balance de ese tiempo: la revolución conservadora perdió su rumbo porque se convirtió en una ideología irrebatible, y no en una respuesta pragmática a los excesos del Estado de bienestar. En ella había dos conceptos sacrosantos: que las reducciones de impuestos se autofinanciarían y que los mercados financieros podrían autorregularse. Pues bien, el balance es clarificador: Reagan y Bush dejan a EE UU con gigantescos déficit, la economía creció tanto con Clinton como con Reagan y con superávit público, y de las secuelas de la autorregulación del mercado financiero tenemos suficientes ejemplos catastróficos en los últimos meses.
La crisis traza una frontera, la del final (por ahora) de otra edad dorada: el crédito fácil, la liquidez extrema, los riesgos fuera del balance, los sueldos astronómicos de los grandes ejecutivos ligados a la creación de valor a corto plazo y no a la calidad de lo que se fabrica o con lo que se trabaja, los cambios legales para facilitar la especulación sin límites y las zonas de sombra (el capitalismo gris), una psicología mediante la cual los ahorradores se convirtieron en inversores y los inversores en activos apalancados, la autorregulación como pretexto para administrar sin límites, etcétera.
Cada ciclo ideológico en economía está provocado por una crisis. El New Deal llegó por la Gran Depresión; la revolución conservadora, como reacción a la estanflación; y el paradigma que parece instalarse a principios del siglo XXI, por la crisis iniciada con las hipotecas subprime llevada al paroxismo. Las matrices que lo componen son las de la intervención del Estado siempre que sea necesaria, la regulación financiera, quien contamina paga (en relación a los activos tóxicos) y la necesidad de dotar de gobernanza a la globalización realmente existente. Por ello se ha dado tanta significación a la construcción de un nuevo Bretton Woods, en analogía con la Conferencia Monetaria y Financiera de las Naciones Unidas, celebrada en New Hampshire del 1 al 22 de julio de 1944, al final de la II Guerra Mundial, y que ha constituido hasta ahora el intento más ambicioso por configurar un nuevo orden económico internacional. Entonces participaron 44 países. Hoy se trata, como se declara con ampulosidad, de "refundar el capitalismo": cambiar todo para que nada cambie.
Se trata de evitar otra Gran Depresión e ir, por el contrario, a una Gran Transformación, como tituló su libro de referencia Karl Polanyi en 1943. En él demostraba, acudiendo a la historia y a los datos empíricos, que no existe nada parecido a una mano invisible que ordene a los mercados; éstos se regulan por la acción del Estado. Hay que actualizar la Gran Transformación a la era de la globalización en la que los Estados tan sólo son entes intermedios.

Memorias de una cabra

Recomendamos ver este blog http://memoriasdeunacabra.20six.co.uk/ que tuvimos conocimiento de su existencia a traves del programa de Aragon Television "Aragoneses por el mundo. Esta Princesa de Ayerbe (se llama Leticia) vive en Edimburgo y su blog es muy interesante.
Un saludo princesa desde la ermita de Salas.

martes, 21 de octubre de 2008

BARRIOS RURALES

Pleitesías baratas

Alberto Cebrián

Hoy sigue habiendo besamanos por un trozo de pan; los municipios incorporados, hoy barrios rurales de Huesca, deben pleitesía al Excelentísimo, a cambio de 102.000 euros. Sí, 102.000 euros para ocho localidades. ¿Qué se puede hacer con esa cantidad económica? Poco, por no decir nada. Comparen; el último plan de asfaltado de algunas calles de Huesca costó más de 400.000 euros, la mejora de la zona industrial se sitúa en 430.000, el aparcamiento de camiones subirá a 519.000,... y, piensen, ¿cuánto es el 0,7 por ciento de inversiones millonarias como las ejecutadas en el Palacio de Congresos, en el campus universitario o, por poner otro ejemplo, en la urbanización de los múltiples polígonos desarrollados en los últimos años? Desde luego, son odiosas las comparaciones.

Este texto fue escrito en la pagina web www.radiohuesca.com, en la sección de opinión, el día 16 de noviembre de 2008, y desde aquí queremos denunciar la demagogia o el desconocimiento del Sr. Cebrian.


Vamos a ver, el municipio de Huesca somos todos los que vivimos en el, en las cuatro esquinas o en Sagarillo, si es que estuviera habitado, y lo que para el Sr. Cebrian es rendir pleitesía, para otros ciudadanos es un trato de favor, en base a no se sabe bien que deuda histórica, o complejo, tienen los políticos y los medios de comunicacion, con estos barrios, mal llamados municipios incorporados.


Estas localidades se unieron al municipio de Huesca, allá por el final de los años 60, igual que sucedió en otros municipios, Nueno, Loporzano, Sabiñanigo Boltaña, etc. En todos estos años han pasado a ser barrios del municipio, como pasara en el futuro si alguna vez se desarrollan urbanizaciones en los alrededores de Huesca, fuera de los cascos urbanos actuales. Es mas, muchos de los ciudadanos que empadronados en estos barrios, tienen otra vivienda en el centro de Huesca, y allí van los fines de semana o en verano, como segunda residencia.

Cuando uno decide ubicar su domicilio, si tiene posibilidad, lo escoge según sus gustos, y toda ubicación tiene ventajas e inconvenientes. Lo que pueden ser ventajas para unos, vivir por ejemplo en la Plaza santa Clara, para otros serán inconvenientes y por eso prefieren ir a vivir al campo, que a su vez tiene sus ventajas e inconvenientes.

Estos barrios que sepamos tienen los mismos, o mas servicios, que otras zonas de la ciudad, tiene consultorio medico, o un local social que ya querríamos tener a nuestra disposicion los vecinos de nuestra comunidad, que seguro que somos mas que en la mayoría de estos barrios; y luego además administran unos fondos publico según se les antoje, también a nosotros nos gustaría gestionar unos dineros publicos, es decir de los demás, para invertir en el entorno de nuestras viviendas.


Pero luego viene la segunda parte, los servicios esenciales van a cuenta de todos los vecinos de Huesca (agua, alumbrado publico, residuos) las tasas que pagan también son las mismas, y según tenemos entendido, aunque esto no podríamos asegurarlo, la Contribución es mas barata.

Para terminar, unas preguntas ¿para usted es mas importante dejar de hacer alguna de estas inversiones par destinarlas a estos barrios?, ¿a que las dedicaría, que es eso tan urgente que hay que hacer?, ¿no se benefician también los vecinos que viven en esos barrios de estas inversiones?


En base a estos argumentos, donde esta Sr. Cebrian la pleitesía, quite se las orejeras que se le ve el plumero.


LA CRISIS

lunes, 6 de octubre de 2008

El modelo en tela de juicio

La alegría ante la crisis del capitalismo democrático de EE UU es peligrosa. Esta semana, mientras las demandas de la democracia chocaban con las del mercado, el primer ministro chino sonreía

Timothy Garton Ash 05/10/2008


Con un lunes de debacle (29 de septiembre) detrás de otro lunes de debacle (15 de septiembre), la montaña del capitalismo estadounidense está cambiando delante de nuestros propios ojos. Como con el Krakatoa, nadie sabe qué aspecto tendrá cuando terminen las erupciones.

"El capitalismo democrático es el mejor sistema jamás concebido", dijo el presidente George Bush a los estadounidenses en un solemne discurso televisado la semana pasada con el que trataba de obtener el apoyo del Congreso a un paquete de rescate valorado en 700.000 millones de dólares para salvar "toda nuestra economía". Sin embargo, el lunes, cuando la Cámara de Representantes rechazó el plan e hizo que el índice Dow Jones perdiera 1,2 billones de dólares en valor de mercado en un solo día, la democracia se estrelló contra el capitalismo. Para ser más exactos: las demandas de la versión estadounidense contemporánea de la democracia chocaron con las de la versión estadounidense contemporánea del capitalismo.

Un dato crucial es que fueron los republicanos de la Cámara los que desafiaron el llamamiento de su presidente. Para algunos, la decisión fue ideológica. Estaban dispuestos a morir antes que votar a favor de una expansión del papel económico del Gobierno, que consideran que equivale al socialismo. No, al bolchevismo. Veamos qué dijo el representante Thaddeus McCotter, de Michigan -presidente del Comité político de los republicanos en la Cámara y copatrocinador, hace unos meses, de una resolución que instaba al presidente a designar 2008 como "el Año Nacional de la Biblia"-, según consta en las Actas del Congreso del debate del lunes:

"Es una dura elección, que ya planteó en un libro Dostoievski. En Los hermanos Karamazov, el gran inquisidor se acercó a Jesús y le dijo: 'Si quieres someter a la gente, dale milagros, misterio y autoridad; pero, sobre todo, dale pan'. Siempre ha existido, especialmente en una crisis, la tentación de sacrificar la libertad a cambio de promesas de prosperidad a corto plazo, y no fue casual que, durante la Revolución bolchevique de 1917, el lema fuera 'paz, tierras y pan'. Hoy nos piden que escojamos entre el pan y la libertad. Me parece que las personas corrientes han dicho que prefieren su libertad, y yo estoy con ellas".

El Jesús corriente y moliente contra el rescate bolchevique de Dostoievski. ¿Quién fue el que dijo que la realidad estadounidense es más poderosa que su ficción?

Que todo haya ocurrido en medio de unas elecciones presidenciales no ha ayudado. Ambas partes pretendieron no estar haciendo política partidista mientras hacían política partidista. Pero lo principal es que los congresistas que votaron en contra -tanto demócratas como republicanos- tenían miedo de perder sus escaños. Todos se presentan a la reelección el 4 de noviembre, el mismo día de la elección del presidente. Casi todos habían recibido una avalancha de correos electrónicos y llamadas en los que se expresaba la ira de los ciudadanos porque los responsables en Wall Street y Washington iban a librarse de las consecuencias (incluidos muchos de los propios republicanos de la Cámara, hasta ayer). Tonterías, pueden decir ustedes. Eso es hacer política mezquina y no tener verdadera visión de estadistas, suspirarán. Y quizá tengan razón. Pero no me digan que esto no es democracia, un sistema en el que la gente escoge a sus representantes.

¿Por qué reaccionaron tantos ciudadanos corrientes de esa forma? La primera reacción de la mayoría de los europeos sería: ¡Estado, corre al rescate! Pero esto es Estados Unidos, donde los géiseres de populismo anti-Washington y anti-Wall Street surgen de profundas fuentes históricas. Y es el Estados Unidos de principios del siglo XXI, en el que los ricos son cada vez más ricos y los pobres cada vez más pobres, mientras que la clase media -a cuya situación hace eficaz referencia Barack Obama- lo pasa mal para salir adelante. Entre los ricos que se han hecho más ricos está el arquitecto del primer plan de rescate, el secretario del Tesoro Henry Hank Paulson, ex consejero delegado de Goldman Sachs, cuyas acciones en la empresa, al parecer, se valoraron en 2006, en el momento de venderlas, en unos 500 millones de dólares.

Escribo estas líneas el miércoles, mientras la Cámara de Representantes está en receso por la festividad de Rosh Hashanah, el primero de los 10 días de arrepentimiento en el calendario judío. Cuando ustedes lean este artículo, es posible que la Cámara se haya arrepentido y esté dispuesta a aprobar una versión revisada y aprobada en el Senado del proyecto de ley. Quizá eso baste para restaurar la confianza y hacer que los bancos vuelvan a conceder préstamos, y podremos evitar otra Gran Depresión. O quizá no. Veremos.

Aunque así sea, sigue pendiente la cuestión del capitalismo democrático. Hace un cuarto de siglo, hacia el comienzo de lo que luego se llamó la revolución de Reagan, el teórico social católico Michael Novak, estadounidense, publicó un influyente libro titulado The spirit of democratic capitalism. Afirmaba que el capitalismo es "compatible sólo con la democracia". "Aunque algunas formas bastardas de capitalismo parecen poder subsistir sin democracia durante un tiempo". Escribía Novak: "La lógica natural del capitalismo lleva a la democracia". Y el verdadero capitalismo requiere virtudes morales como "templanza y prudencia, fortaleza y justicia".

Estamos en 2008 y el capitalismo antidemocrático de China parece un bastardo de lo más próspero. Es más, sus líderes aseguran que encarna algunas de las virtudes que especifica Novak para el capitalismo democrático, y que parecen haber estado espectacularmente ausentes del modelo estadounidense en los últimos tiempos. ¡Templanza! ¡Prudencia! ¡Justicia! En una fantástica entrevista concedida hace poco a Fareed Zakaria, que puede verse en cnn.com, el primer ministro chino, Wen Jiabao, asegura que China combina una economía de mercado con la dirección macroeconómica del Gobierno. Lo asombroso es que ilustra su argumento con una referencia a las dos principales obras de Adam Smith. La riqueza de las naciones, dice Wen, destaca la necesidad de la mano invisible del mercado, y su Teoría de los sentimientos morales muestra la necesidad de la mano visible del Gobierno para poder tener igualdad social y un desarrollo armonioso. (Queda claro que hay un brillante futuro para el discípulo de Adam Smith Gordon Brown, cuando deje de ser primer ministro británico: ser asesor del Partido Comunista Chino).

La realidad, por supuesto, es que China tiene enormes desigualdades y una corrupción masiva, y la afirmación de que su modelo de capitalismo sin democracia -la de verdad, quiero decir, no sólo la etiqueta- es una alternativa mejor, más duradera y más ética, puede acabar siendo una chorrada. Aunque el primer ministro Wen explica su posición con más elocuencia que el presidente Bush, creo que Bush tiene más probabilidades de tener razón. Parafraseando a Winston Churchill, el capitalismo democrático es el peor sistema posible, aparte de todos los demás que se han probado en distintas ocasiones.

Pero el capitalismo democrático, ahora, está en tela de juicio. Se enfrenta a enormes problemas internos y a una competencia temible. Por suerte, existen muchas variantes del capitalismo democrático, no sólo la que está en plena erupción. Para algunos europeos resultará tentador decir: "¡Ah, si los estadounidenses hubierais adoptado nuestra versión simpática, humana e igualitaria del capitalismo socialdemócrata!". No hay duda de que, cuando la tormenta haya pasado y la lava haya dejado de correr, es muy posible que el papel del Estado en la economía estadounidense se parezca más al que tiene en algunos países europeos. Ahora bien, frente a cualquier proclamación de superioridad europea no podemos olvidarnos de que casi todas las economías europeas están tratando desesperadamente de generar empleo, innovación y creación de empresas (entrepreneurship, un término que procede del francés, pero que designa una actividad completamente norteamericana) a un ritmo como el que ha tenido la economía estadounidense durante gran parte de este cuarto de siglo. Y, en cualquier caso, no hay un modelo europeo, sino muchos distintos, además de otras variantes en otros países. Ésa es una virtud, la virtud del pluralismo.

El reto al que se enfrenta hoy la democracia estadounidense es nada menos que el de demostrar que puede reformar todo su modelo de capitalismo democrático para mejorarlo. Roguemos para que así sea.

www.timothygartonash.com. Traducción de María Luisa Rodríguez Tapia

Palacio de congresos (3)


El Palacio de Congresos pasa su primera prueba de fuego

Una de las infraestructuras más importantes con las que cuenta la ciudad, el recién abierto Palacio de Congresos ha pasado con nota su primer gran cita con la Feria Internacional de Teatro y Danza. En sus diversas salas se han realizado, en una misma jornada reuniones, ponencias, representaciones teatrales y en su zona polivalente ha acogido los stands de la feria, que este año han aumentado su número.

Desde la dirección del palacio se ha querido resaltar la versatilidad de este recinto. Pero por encima de todo se señalaba que ha servido esta feria internacional para colocar al Palacio en el mapa de espectáculos por las numerosas visitas que se han solicitado desde diversas organizaciones.

Han sido muchos los elogios que ha recibido este espacio, tanto de técnicos de teatro como de productores o directores de departamentos comerciales. Ignacio Casado, director de la zona norte de la SGAE, señalaba que Huesca necesitaba un espacio así dando un salto cuantitativo. Y uno de los grandes autores que han estado Iago Pericot, Profesor Emérito del Instituto de Teatro de Barcelona, destacaba su caja escénica.

Pero ahora, que se ha abierto la brecha, este espacio tiene que seguir nutriéndose de contenidos. En las próximas fechas se realizarán unas jornadas forestales, congresos de enseñanzas deportivas de zonas de montaña y diversos conciertos hasta desembocar en Periferias, un nuevo reto.

Esta noticia es de la pagina web de Radio Huesca